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HIJ@S DE LA DIVERSIDAD: 40 familias de lesbianas, gays y transexuales se reunieron por primera vez en Argentina.

Publicado en TvGrafías el 11 de junio de 2010

Las nuevas familias existen y sus hijos crecen en un modelo que rompe por completo los esquemas a que estamos acostumbrados. He aquí un vistazo a historias diferentes, de personas que luchan por la igualdad de derechos para todos y todas cimentando las bases de una nueva sociedad.
Texto y fotos por Elizabeth Cancino desde Rosario

"Mi hijo es un hijo del activismo", dice Cecilia Ferrari, una mujer de 50 años, maciza, de cabellos canos. Todos y todas nos quedamos en silencio, reflexivos ante la verdad detrás de sus palabras. Porque las Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (LGBT) han roto el mito de que los homosexuales no pueden ni deben reproducirse.

Esta lesbiana es un caso atípico, aún dentro del universo de las familias de la comunidad LGBT. Ante la cercana llegada de la menopausia, decidió inseminarse para concebir un hijo. Sola. Hoy su nene, Pedro, tiene 7 años, y juntos asistieron al Primer Encuentro de Familias Homoparentales Argentinas celebrado este 5 y 6 de junio en la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, provincia de Santa Fe.

¿Cómo son las familias asistentes al evento?

Podríamos decir que son familias conformadas por mamá y mamá, o papá y papá, y sus hijos. Pero nos estaríamos quedando cortos: los hay hijos de dos mujeres vía técnicas de fertilización asistida, los hay hijos de dos hombres vía adopción. Gays que concibieron de forma natural con una amiga para luego compartir la crianza. También, hijos producto de matrimonios heterosexuales donde uno de sus integrantes asumió su homosexualidad luego de la separación. Diversas variantes, modos y estructuras. Cada familia es un mundo que se configura a sí mismo desde sus propios deseos, realidades y perspectivas, creando sistemas que demandan reconociento social y nuevas normas de convivencia.


Maira, de 17 años, hija de lesbianas, resume: "Cuando yo invito a alguien a casa, entra a un arcoiris". Y sacó aplausos.

Denominar, clasificar y normar la diversidad no es fácil. Ese es el principal escollo que se discute en el Congreso de la Nación Argentina: ¿Cómo llamamos a las uniones entre personas del mismo sexo? ¿Matrimonio? ¿O les ponemos otro nombre? ¿Porqué "otro" nombre? Dicen las y los  activistas... ¿porqué otro nombre si es el mismo amor?

En mesa redonda, las familias cuentan sus historias y se comprueba que hay de todo: Soledad y Kalym tienen un hijo de 20 años. Leonel conoció a Kalym cuando tenía 9 meses de vida, y desde entonces es "su otra" mamá. Nació en Buenos Aires en el 90', cuando ni siquiera se hablaba de la legalización del matrimonio gay y fue producto de la relación de Soledad con un hombre. Ese hombre vive en el interior, y si bien siempre existió para Leonel la posibilidad de conocerlo, el chico no sintió la necesidad de la figura paterna. Con mamá y mamá alcanzaba. A los 18, y ante la insistencia de Soledad para que fuera a conocer al padre, el estudiante de Psicología cerró el asunto: "Basta, mamá. Ese señor es un desconocido"

Cecilia, psicóloga de profesión, tomó la palabra y aclaró lo que ya es sabido entre estas nuevas familias: "la figura del padre es un rol independiente del género de la persona que lo ejerza, y tiene que ver con la separación del vínculo entre la madre y el hijo para situar al pequeño, como un ser único, en el ámbito social"

Para Ana, una atractiva bióloga de 40 y pico de años, con un hijo de 7, la pauta la dictan los mismos chicos, que asumen con total naturalidad las diferencias. El nene fue concebido gracias a la donación de semen que les realizó uno de sus mejores amigos, un heterosexual que tiene dos matrimonios en su haber y otras 4 hijas. La mujer de Ana, Patricia, lo cuenta orgullosa: "Nuestro hijo sabe de su origen. Él tiene en claro que fue concebido gracias a un regalo que nos hizo un amigo. Que nos donó el espermatozoide para poder darle vida, y sabe quién es y lo conoce, pero no lo asocia a la figura de un padre. En el colegio, le cuenta a sus amigos que no tiene papá, sino 2 mamás"


PADRE Y MADRE

Luego fue el turno de Geraldine Carrizo, la guinda de la torta. Transexual. Hace apenas dos años que es oficial y legalmente una mujer, pero es madre desde hace 16 años de Camila Rocío. Apenas comenzó su relato, alguien la interrumpió:"¿Tu pareja fue la mamá biológica?".

"No tengo pareja", responde Geraldine. "No me interesa tener pareja".  Y alza la voz para dejarnos boquiabiertos: "La mamá biológica soy yo. Siempre quise tener un hijo, que fuera algo mío. Y mi mejor amiga me prestó lo que yo no tenía: su vientre. Concebí a Camila Rocío antes de convertirme en mujer. La hicimos con mucho esfuerzo -dice entre risas contagiosas- ¡y salió a la primera!. Yo la inscribí como hombre, pero la crié desde bebé como su mamá".

Geraldine es una mujer de mirada franca y no se sonroja al revelar su verdad. Está orgullosa de sus decisiones. "Yo quería ser mujer y mamá de un hijo mío, y ambas cosas las conseguí. Ahora vivimos las dos solas y mi hija es una excelente alumna, abanderada en el colegio y mi mejor amiga".



 

 

 



Camila Rocío es una adolescente de 16 años parecida a las demás? Le gusta posar para la foto, lleva el pelo teñido de amarillo y piercing en la boca. No se despega del celular, ni siquiera durante la entrevista. Mi pregunta la interrumpe en medio de un mensaje de texto: ¿Qué dicen tus amigas? . Camila Rocío levanta la cabeza para contestar: "Una vez invité a una compañera a casa y ella no sabía de mi historia. No le estoy dando explicaciones a todo el mundo sobre mi vida". Para ella nunca fue un problema ser hija de una travesti, ahora transexual. "Cuando el tema sale lo cuento, pero si no, no. Pero ese día mi amiga se fijó en una foto de mi bautizo, donde sale mi mamá así, como era antes. Entonces me preguntó; ¿Quién es el de la foto?- ...Mi papá.. - Se parece a tu mamá..- dijo ella mirándome raro. Y yo le contesté.. ¡Sí!.. es que la gente que se ama, se mimetiza y se parece".

Camila por fin deja el celu, porque hay algo que le interesa destacar: "Para mi, ella es mi mamá. No es mi papá que luego fue mi mamá. Ella es mi mamá y punto"

Somos todos parecidos, todos iguales, sin importar la elección sexual o los cambios de sexo. Aunque Kalym opina lo contrario:  "Esto no es una elección. Yo siento distinto". A sus 50 años, recuerda ya sin lágrimas la época en que sus padres evangélicos la echaron de la casa por lesbiana.

LO QUE NO SE VE NO EXISTE

Las familias reunidas en la Facultad de Humanidades de Rosario, se parecen a cualquier familia. Las madres y padres corren detrás de los chicos que aprenden a caminar y son presa fácil de las caídas, se preocupan de darles la leche, la merienda, de levantarlos a upa si están cansados, de ordenarles que se alejen de las escaleras peligrosas y les ruegan que no hagan lío en el auditorio. Afuera, los más grandes se entretiene pintando en talleres de artes plásticas mientras adultos y adultas discuten el pliego de exigencias que, como colectivo, harán llegar al Senado el próximo 28 de Junio, en el marco del Día Internacional del Orgullo Gay.

Selva, asistente social, lesbiana, madre y representante de Mis Mamás Rosario, colectivo organizador del encuentro, define el propósito de las jornadas: "Queremos generar estrategias y un espacio de contención y visibilización para las nuevas familias".

Si bien las familias homoparentales existen, hasta hoy se han desarrollado en el ámbito privado debido al miedo y consecuencias de la discriminación. La mayoría de las y los asistentes no quieren ser fotografiados y se rehúsan a autorizar la publicación de sus nombres porque sus diferentes contextos laborales no lo permiten y dichos trabajos son el sustento de sus hijos. Sin embargo, este es un primer paso hacia una nueva salida del clóset en pos de lograr la legitimación de sus familias. La primera salida es revelar la sexualidad frente al entorno cercano. Y la segunda implica dar la cara y exponerse social e institucionalmente.

Romina Pereyra, representante del colectivo de madres lesbianas, LESMADRES, la madre y la madre que la pari@, declara el concepto político que sustenta su agrupación: "Queremos construir una nueva idea de familia. Las nuestras ya existen y nuestros hijos son reales, son vida y están siendo discriminados, no sólo por la legislación argentina en términos de no reconocer a la madre no gestante, sino en términos internacionales porque su contexto familiar no está validado. Y creemos que la visibilización es un martillo contra la discriminación".







 

 

Desde hace dos años, las chicas de Lesmadres avanzan cargando a sus bebés, las pancartas y los cochecitos en la Marcha del Orgullo Gay. Su trabajo abarca el asesoramiento a lesbianas que quieren ser mamás y la elaboración de propuestas de políticas públicas referidas a las leyes de matrimonio, filiación, adopción, reformas educativas, de salud, vivienda y herencia.

LA BATALLA COTIDIANA

La pelea por los derechos es diaria y parte en el momento en que se decide concebir. Con temor y cero información, Romina y su pareja María Luisa, vía inseminación asistida, iniciaron una forma de vida que se sucede de batalla en batalla: dónde encontrar un médico que inspire confianza, disponer de los recursos económicos, pelear por participar como pareja en el momento del parto, buscar un pediatra que reconozca a ambas como madres, encontrar un jardín infantil que no discrimine.

"Nosotras elegimos el jardín, lo visitamos y les decimos lo que somos. Y les explicamos que estamos buscando una escuela, viendo si nos parece una buena institución educativa o no", aclara Romina. "Lo que hacemos es ponerlos a ellos en el lugar de ser los elegidos, y nosotras terminamos siendo educadoras para ese establecimiento".

Las familias homoparentales luchan contra la vulnerabilidad en que las sitúa la ausencia de un marco legal. El caso de Marcela es elocuente y encendió las alertas: hace un año se separó de la madre biológica de su hija de 3 años y lleva 4 meses sin poder ver a la niña. Por supuesto, no existe una ley a la cual recurrir. Simplemente, el vínculo entre Marcela y su pequeña no tiene validez para las instituciones.


"Que seamos lesbianas o bisexuales o lo que sea, no nos hace diferentes, tampoco a la hora de la separación.  Así como ocurre con familias heterosexuales donde luego de la separación la madre aleja a los hijos del padre, en mi caso, mi ex pareja no me deja ver a mi hija. He recurrido a todas las instancias legales, pero la verdad es que no existo como mamá", dice mientras se acomoda unos grandes lentes oscuros con los que intenta disimular su emoción. "Todos me dicen que me olvide, que tenga yo misma otros hijos, y yo les respondo: No tenés idea de lo que estás hablando"

TOD@S PARA LA FOTO

Ya está por terminar el encuentro. Es la hora de los agradecimientos, los aplausos a las organizadoras y los compromisos futuros. "Es el momento de salir a la calle", les recuerda Dany, otra integrante de Mis Mamás Rosario.

Viene el momento de la foto. Después del registro oficial, les pido que me escuchen y les solicito que me den oportunidad de fotografiar al grupo. Les advierto que la imagen será publicada. De los gritos de alegría por el encuentro pasamos al silencio. Vacilan,  bajan la cabeza, algunos y algunas se alejan, corren a los chicos del alcance de la cámara y unas pocas, tímidas, se paran delante de ella. Aceptan el desafío. Un flashazo que lo cambia todo. 

"Esto somos, aquí estamos, existimos", se escucha gritar a alguien y se suma más gente.

No son muchos, pero ya alcanza para un equipo de fútbol capaz de competir en un  mundial.







































Soledad y Kalym

Romina, del colectivo Lesmadres.

Camila Rocío y su mamá, Geraldine.

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