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Cacerolazo Argentino: desahogo en la ciudad de la furia.

Publicado por Cauquenesnet el 21 de noviembre de 2012

Una semana de tormenta e inundaciones. Otra de calor sofocante, cortes de agua y luz, siete días de basura de millones de habitantes acumulándose en las calles. Un miércoles, en hora pico, 1800 semáforos sin funcionar; gente atrapada en el subte, otros asándose en los colectivos, vecinos armando barricadas en las esquinas de sus casas. Jueves 08 de noviembre, de vuelta a la normalidad. Al menos por unas horas.

Texto y fotos por Elizabeth Cancino desde Buenos Aires

La tregua en la Ciudad de la Furia dura hasta las 8 de la noche. Un ruidito molesto sale de los edificios de los barrios de Buenos Aires. Cucharas golpeando ollas y sartenes. Es el anunciado cacerolazo contra Cristina Fernández de Kirchner. Oposición literal: los que adhirieron al bautizado 8N, tienen una sola cosa en común: bronca.


En el Obelisco se juntaron unos 500 mil, con banderas, globos gigantes, carteles, bombos, pitos, y por supuesto, algunos adminículos de sus propias cocinas. Marcharon a Plaza de Mayo. Y frente a la Casa Rosada cantaron: “Olelé Olalá. Si este no es el pueblo, el pueblo donde está”. Luego, como si estuviera acordado, disparan al aire el himno nacional.



Una mujer me ve con grabadora en mano y se me acerca enfervorizada: “Yo vine porque quiero seguir siendo libre, que nadie manipule ni mi plata ni mi vida. No quiero ser Venezuela ni Cuba”. Es una respetable señora rubia de unos 50 años, dueña de un estilo que habilita a los oficialistas a decir que esta marcha es del barrio alto. “Soy Argentina, y mis abuelos vinieron e hicieron la Patria, edificaron sus casas, sin que nadie les de un peso, no como están manteniendo a extranjeros Peruanos y Bolivianos”. Y a renglón seguido, sabiendo que metió la pata se agita, se calma y aclara: “Sin discriminarlos”. Percibe que la miro fijamente y dispara: “tienen que venir a trabajar, no a pedir plata y que mantengan hijos que no tienen porqué mantener. La escuela pública está copada por extranjeros. ¿Qué quiere esta señora presidenta? ¿Qué es lo que quiere? Es peor que los militares, porque no nos deja respirar” Respira. Ya lo soltó todo. Satisfecha, revela su identidad sin reservas: Nélida Estela Festa. Es la única que lo hace.

Los AntiK



Un joven de unos 20 años lleva en su espalda una bandera con los colores de los pueblos originarios, en honor a los Indios Quom, reprimidos en el norte argentino por un gobernador K. Está a metros de la señora Nélida, pero no se parece a ella. A este joven se lo ve de morral, polera, y el cabello alborotado. No quiere decir su nombre.  “Porque es difícil leer la prensa hoy en día. Si no son medios K, son medios Clarín, “no podés confiar en ninguno”.



Nos interrumpe una fila de personas que avanza con los brazos en alto sosteniendo una bandera gigante que dice: “Basta de Muertes”. De pronto y tal como en las películas cuando aparece un OVNI, uno a uno los manifestantes empiezan a mirar el cielo con la boca abierta. Algunos reaccionan y empiezan a aplaudir, agitar banderas y golpear bombos y ollas con fuerza. ¡Es un helicóptero! “Y ya lo ves, y ya lo ves. Para Cristina que nos mira por TV”, cantan a ritmo de barra brava.



Matías tiene 22 años y estudia abogacía. Salta con su novia y mientras se compra una cerveza me cuenta que no lo llaman ni de los call center. No hay laburo, dice. “Ya estoy cansado de que nos digan que les tenemos que tener miedo, que la plata nos la manejen ellos, que digan que en una economía estable alcanza con 675 pesos, que con 6 pesos (1 dólar y medio) comés en el día cuando no es así. Si no pensás igual que ellos te tratan como enemigo”. Paga su birra y sigue saltando.



Ya van dos horas de reunión en la Plaza de Mayo. No hay escenario. Nadie va a hablar. No hay arengas. No hay aplausos para políticos. No hay políticos. Se llamaron a sí mismos a no asistir. Curiosamente lo más valioso para todos los opositores es que la marcha es de la gente, no de partidos o caudillos. Para el oficialismo, es lo que la debilita: que se consigan un líder y una propuesta. El senador Aníbal Fernández ha dicho que no le quitan el sueño los cacerolazos: “no hay una comunidad de ideas, una unidad de concepción respecto de a dónde iban y por qué estaban yendo”.



Cierto que los reclamos son diversos. Cierto que hay muchas razones que provocan descontento. No son sólo las restricciones para comprar dólares y la paranoia que circula por mail de que Cristina pronto sacará una ley para prohibir la salida del país a los ciudadanos. Cierto también la variedad es prueba de que el 8N no pertenece exclusivamente a las señoras de abrigo de piel.



“Yo digo que están haciendo una tortilla con ingredientes falsos”. Un periodista simpatizante del gobierno, conocido en Twitter como @niqueco, es el llanero solitario de la jornada. No lo escoltan cámaras de TV ni colegas camarógrafos o asistentes. O tal vez porque está sólo se salva de ser el objetivo del impulso de algún bárbaro, como el que atacó al periodista del canal de noticias C5N en vivo y en directo.

Niqueco graba con su cámara de fotos y lo que hace se lee y se ve en el blog www.revoleando-palabras.com.ar. Un gráfico de otro medio le sostiene la cámara para que él converse tranquilo “¡Hay que venir sólo a discutir con toda esta gente!”, me dice cuando pregunto por el reportero de ojos azules que convirtió la plaza en ágora.

El Ágora



 

“¡De a uno muchachos, de a uno!”, se escucha de tanto en tanto. Y la voz de un desconocido se alza “veo como torturaron gente durante todos estos años para robarse la tierra. ¿Entonces, porqué no voy a venir? Han sido los mismos gobiernos de mierda”. Un chico de unos 19 años pregunta “¿No es potencialmente más riesgoso un monopolio fiscal que un monopolio corporativo?”.



“Te comento” retruca con ironía el periodista: “la ley de medios (a votarse el 7 de diciembre) lo que dice es que un determinado grupo no puede tener hasta…” Y lo interrumpe otro joven de unos 20 años. “Si vos das educación de calidad, no es necesaria una ley de medios” Y Niqueco, el periodista-moderador defiende “Son cosas distintas”. El veinteañero pega de vuelta “Sí tiene que ver. Una persona bien formada sabe informarse”



El 7D tiene a Clarín (conglomerado opositor de medios) con los nervios de punta. A los Kirchner, a quienes apoyaron en 2003 cuando Néstor comenzó la dinastía, se les ocurrió seleccionar y asignar un número determinado de licencias para que un grupo económico adquiera medios de comunicación. De aprobarse la ley, el efecto inmediato es que Clarín reduzca su actual poderío, pero lo que muchos temen, es que el estado se convierta en el gran hermano. Niqueco, el periodista argumenta: “Si un medio tiene el 80% del Market Share, por más que no quieras, va a dirigir la opinión”. Y sobre su voz un coro: “Él es K, él es K. Péguenle”. Y luego vienen las risas. Y todos reímos. Era broma. “Acá nadie le pega a nadie”, dice un flaco alto, por las dudas.

“Vos podés criticar a Clarin, pero otra cosa es que como estado reproduzcas ese modelo”, dice una chica volviendo aguda a la pelea. “Estás defendiendo a Clarin”, afirma Niqueco. Ella le contesta que no con pasión, pero no se la deja pasar al bloggero: “El horizonte que me plantean es el aparato mediático que se armó el estado frente a Clarin”.



Todos quieren hablar, pero es Niqueco el que administra el micrófono. Y dice “la diferencia es que Clarin tiene una historia de 40 años. El gobierno pierde y se va”. Los oyentes se lo quieren comer: “¿Vos no creés que el tener la estructura y burocracia del estado no influye también? ¿Vos creés que el gobierno no tiene influencia para que lo voten?”



Desde el gobierno niegan que vaya a haber reforma a la Constitución que permita la re-reelección. La gente, al menos los de la marcha, no le creen. Y Juan, un jubilado que sostiene un globo enorme con la leyenda “unidos en libertad”, se queja de que el Congreso Nacional se haya convertido en la escribanía de los K. “Es una especie de dictadura democrática”, dijo un chico que fue a la marcha a quejarse por los transgénicos.



A Niqueco le insisten que falta educación. Y que Cristina está poniendo la plata donde no hay que ponerla. “¿Cerrar el congreso?”, pregunta el periodista. Una señora indignada responde a la chicaneada: “Te falta preguntarle si quiere que vuelvan los militares. ¡Estás loco! ¡Pará! Eso no es periodismo, disculpáme”. Y Niqueco baja la guardia: “No, no, no. Soy yo”



Permanecer al margen no funciona en estos días. Muchos periodistas ya han dicho presente al gobierno de Cristina y otros se han declarado opositores. Lo mismo artistas, intelectuales. Los que no hablan abiertamente de sus preferencias, son encasillados igual. Juan José Campanella, el director de cine que se ganó un Oscar con El secreto de sus ojos” fue rechazado en las redes sociales por sus seguidores Kirchneristas que hasta llamaron a no ver más sus películas. ¿Por qué? Porque dijo que le renovaba contrato a Elisa Carrió, ex candidata a la presidencia.

El asunto es tema en las cenas familiares, de amigos. En la facultad, en las fiestas. En todas partes y en todos los grupos etáreos. Más ahora, que los votantes están habilitados a partir de los 16. En el primer año de su segundo mandato, Cristina Fernández está lejos en popularidad, del 54% que la apoyó para seguir liderando el país. Las consultoras le dan un alrededor de un 40% de imagen negativa frente a un 37% de positiva. A ella no le preocupa. O dice no preocuparle. Los sonidos de las primeras cacerolas, a mediados de año, e incluso el de septiembre, no fueron tema de su agenda. Este 8N fue distinto. Desde el oficialismo se ha oído asociar la marcha a la derecha golpista, cuestión que no pasa desapercibida en un país que sigue buscando justicia para los crímenes de la dictadura.

“Pensar distinto no me hace golpista”, decían algunas pancartas el 8N. A eso de las 11 de la noche ya quedaban pocos en Plaza de Mayo. Apenas unas decenas que comenzaron a patear las barreras de contención de la Cara Rosada. Cristina no estaba adentro. Estaba en la residencia presidencial, en Olivos. 30 mil personas llegaron a hablarle esta noche. Ella eligió Facebook para dialogar: "Que cada uno realmente diga lo que piensa y lo que quiere para el país, con sinceridad, que nadie se va a ofender, que nadie se va a molestar", aunque al día siguiente, no pudo evitar explicarse la protesta como el resultado de un  "formidable aparato cultural" que se "extendió y actuó sobre todos los argentinos para que tuvieran ideas distorsionadas sobre el país", para que piensen que "lo de afuera todo bien y lo de adentro todo mal".

 

Es poco más de las 00:00 horas del viernes. La temperatura es agradable. Caminar desde la Casa Rosada por Avenida de Mayo es un placer. Los turistas sacan fotos y los grupos de amigos se ríen en las mesas de los bares. Al llegar a la esquina de la 9 de Julio, se descubre a la derecha la iluminada silueta del Obelisco. El tránsito es tranquilo. No hay señas de la locura de los últimos días. De las últimas horas… Así es Buenos Aires. Te da treguas, y esos momentos, son divinos.

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